Infecciones por parásitos
Fuente: Madueña. (2011). El ABC del Sexólogo
PEDICULOSIS DEL PUBIS
De entre las 400 especies de piojos parásitos que viven en la superficie del cuerpo, el piojo púbico, conocido popularmente por ladilla vive en el vello púbico alimentándose de la sangre humana, donde depositan sus huevos y se reproducen velozmente. Su periodo de incubación suele ser muy corto, de tan sólo unos cuantos días.
Normalmente se transmite por contacto sexual directo, ya que no puede vivir más de 24 horas fuera del vello. Sin embargo el contacto físico íntimo no sexual con la persona infectada, como ropa interior, vestidos, sabanas, toallas, mantas, inodoro u otros objetos, puede igualmente contagiar la enfermedad.
Generalmente se localiza en el vello púbico, puede encontrarse, igualmente en otras regiones pobladas de vello como son las piernas, axilas, barba y pestañas.
TRICOMONIASIS
Es un protozoo – animal unicelular. La infección vaginal que produce se denomina tricomoniasis.
En el hombre no exhibe en la mayoría de casos síntomas, la infección suele desaparecer por sí misma. El signo más común son micciones muy cortas y frecuentes y en casos más graves, balinitis o inflamación en el surco entre el glande y el prepucio. Es la causa de la uretritis masculina no producida por gonococos.
En el 50% de las mujeres la enfermedad transcurre sin síntomas, en el otro 50% se produce una vulvoganitis cuyas características principales son: secreción vaginal – gris o amarillo verdoso – que raramente tiene un olor desagradable, irritación, picor, dolor durante el coito y un moderado ardor o dolor durante la micción que suele ser frecuente.
Fuente: Madueña. (2011). El ABC del Sexólogo
Fuente: Madueña. (2011). El ABC del Sexólogo
LA SARNA
Esta contagiosa enfermedad se transmite por medio de un acaro, el sacópodo excavador, que vive en la piel tanto del hombre como la mujer.
El modo de contagio es por contacto sexual directo o a través de todo tipo de ropa, como sabanas, mantas, ropa interior o vestidos, etc.
Síntomas aparecen en una región determinada del cuerpo unos intensos picores que se van extendiendo por cualquier otra zona, excepto por la cara. Una observación minuciosa revela unas delgadas líneas grisáceas que hienden la piel.